Capítulo 4: El problema de Satoshi Nakamoto, parte I
Las explicaciones de Bitcoin suelen ser muy técnicas. Se concentran en explicar cómo hace lo que hace. Sin embargo, si no sabemos qué está intentando resolver, esas explicaciones se vuelven imposibles de entender.
Los cypherpunks identificaron un problema que para todos nosotros puede sonar muy irrelevante. Mientras más digital se vuelva el dinero actual, menos privado será. Los bancos, Visa, Mastercard, Paypal y todas las instituciones que participan de nuestros movimientos de plata tienen acceso a lo que hacemos, dónde compramos, cuánto gastamos, etc...
El que nada hace, nada teme, dirán varios. Es verdad, pero no se trata de eso. La privacidad es fundamental para todos nosotros. Demasiado fundamental. Para los cypherpunks se volvió en un pilar, y decidieron concentrar todos sus esfuerzos en descubrir cómo podemos lograr que nuestro dinero fuera más privado.
Se toparon con un problema gigante. El dinero en forma de billetes y su versión digital, está controlada por un esquema centralizado. Muy buen puesto tiene el nombre de Banco Central. Es demasiado el poder que tiene. Y cuando se tiene ese poder, al resto de los mortales que participan, no queda más que confiar en la buena fe de ese ente centralizado.
La tesis de los cypherpunks es que bajo cualquier esquema de dinero centralizado, esa entidad central, en algún momento termina cometiendo un error involuntario o se ve forzado a cometer un acto fatal para el sistema y las personas. Es cosa de tiempo para que hagan mal uso de información privilegiada, tomen decisiones arbitrarias, emitan dinero de manera irresponsable, o simplemente los hackeen o se equivoquen.
El banco central y las instituciones gubernamentales ponen las reglas de cómo los bancos e instituciones financieras deben actuar frente al dinero de las personas. Para mejorar la privacidad del dinero actual habría que convencer a los bancos centrales de cambiar. Los cypherpunks entendieron rápidamente que era muy poco lo que podían hacer para mejorar este esquema. La solución iba por otro lado.
Volviendo a la privacidad. Si tú quieres tener privacidad de lo que haces con tu plata, tu única alternativa es no tener cuenta de banco ni usar tarjetas de crédito. Guardar tu plata bajo el colchón y comprar todo con efectivo. Es decir, vivir fuera del sistema. Entrar al sistema implica sacrificar tu privacidad.
La única manera de romper con esta trampa es sacar la entidad central. Qué fácil ¿no? Pero piénsalo bien. Alguien tiene que tomar las decisiones de política monetaria. Alguien tiene que revisar que los bancos hagan bien su trabajo. Una unidad central no es un capricho o una excusa para invadir la privacidad de la gente. Es la única solución conocida para poder tener un dinero como el que estamos acostumbrados a usar día a día.
Algo que aprendimos hace poco es que el dinero a lo largo de la historia ha cambiada de forma múltiples veces. Vamos para atrás. Antes de las transferencias electrónicas y tarjetas de crédito teníamos sólo efectivo, con un banco central pudiendo emitir cuanto quisiera. Más atrás tenemos un banco central emitiendo billetes limitidos a la cantidad de oro que tuviera como respaldo.
Un paso más atrás nos topamos con una época en que no existían bancos centrales, pero sí existían bancos privados. Intercambiaban unos papeles emitidos por ellos mismos respaldados en oro. Parece un esquema más descentralizado.
Lo que viene a continuación (para atrás) es simplemente intercambio con oro. Directamente entre las personas. Bingo! Pareciera ser el esquema de dinero descentralizado más exitoso de la historia. Sin ningún tipo de institución centralizada se logró tener una forma de dinero universal.
La solución no era volver al oro, por supuesto. Pero definitivamente es una inspiración. ¿Cómo se podría tener algo parecido al oro, pero con todos los beneficios que ya conocemos de la era digital con internet?
El gran problema que hay en la computación, es que todo es copiable. No podemos tener un archivo que represente oro. Si existiera el archivo 25gramos.gold nada impidirá que alguien lo copie. Tal como lo hicimos con los mp3. No exista forma alguna de reconocer el original v/s los falsificados.
La solución tampoco podía ser que venga un Google o Apple y emita su propia moneda, que todos podamos usar. Seguramente tendríamos aplicaciones súper bonitas. Pero nos mantendríamos en un esquema centralizado. En lugar del banco central de tu país, sería Google o Apple.
Sin lugar a dudas es un problema muy difícil que tomó muchísimo tiempo resolver.
El 31 de octubre de 2008, Satoshi Nakamoto, una persona o un grupo de personas, de manera anónima, publica la solución a este problema.