Este 3 de agosto cumplo 5 años trabajando en Buda, y esa misma semana es mi último día.
Por: Rafael Garín Varela - (ex) Team Lead y desarrollador en Buda.com
Pronto emprenderé nuevos rumbos acompañando a mi esposa mientras estudia un máster en Inglaterra. Antes de cerrar esta etapa, quiero tomarme un momento para mirar hacia atrás y compartir parte de lo que fue este lindo viaje.
Entré en plena pandemia, recién salido de la universidad y sin saber mucho de la vida. Encerrado en mi casa, al principio me costó integrarme bien. No soy tan amigo del trabajo 100% remoto. Quería conocer a mis compañeros, quería poder darme vuelta en mi puesto y preguntarle al de al lado cualquier duda.
Cuando entré, un bitcoin costaba como 10 millones de pesos. En ese entonces eso ya me parecía una locura. Ahora está en más de 100 millones y el camino no fue nada de directo. Se puede ver en el gráfico del precio de los últimos 5 años (que por cierto yo mismo agregué a la página):

Las subidas de precio del 2021 fue un caos. Lamentablemente el sitio no estaba preparado para la cantidad de personas que llegaron queriendo comprar, muchas de ellas pidiendo ayuda para entender este nuevo mundo. Más de alguna vez tuve que dar una explicación apurada en el chat de soporte solo para poder cerrar rápido la conversación. Si te tocó a ti, lo siento mucho. Teníamos mucho por mejorar. Y lo hicimos. Aprendimos de nuestros errores, y las subidas de la segunda mitad del gráfico las enfrentamos mucho mejor.
Después de un par de años, cuando ya me sentía más cómodo con mi trabajo, pasé a ser Tech Lead de un equipo (inversiones <3) y me dio un síndrome del impostor tremendo. Había visto a gente muy talentosa cumplir ese rol y obvio que yo no les llegaba ni a los talones, o eso pensaba.
Pero lo manejé, fui mejorando, y valió completamente la pena. Me terminó encantando el rol de liderazgo. Lo que parecía una incansable dedicación a las 1-1 era simplemente el hecho que disfrutaba sentarme a conversar un rato con mis compañeros. El rol me ayudó muchísimo a mejorar no solo en lo profesional, sino también en lo personal. Tanto en el trabajo como en mi vida empecé a sentir más confianza en mi mismo y más interés en construir relaciones cercanas y genuinas.
Y así, sin darme cuenta, pasaron 5 años. Para mi generación y el ritmo del mundo moderno puede parecer demasiado tiempo en un mismo lugar, tanto que me convertí en "el eterno" de Buda. Pero la verdad es que a mí se me hizo poco.
Lo veo como algo bueno. Hay mucho aprendizaje en enfrentar las consecuencias de lo que uno hace. Ver un código que yo mismo escribí hace tres años y preguntarme ¿en qué estaba pensando?, después encontrar un comentario explicándolo y decir aaah tiene sentido, qué sabio fue el Rafa del pasado. O lo contrario, qué ingenuo y miope fue el Rafa del pasado.
Lejos, pero lejos, lo que más me gustó fue la gente que conocí y todo lo que compartimos. Obvio que disfruté los partidos de fútbol del Budita campeón, los viajes que hicimos a Maitencillo, Colombia y Buenos Aires, las fiestas y actividades. Pero más allá de eso, también disfruté el día a día. Las discusiones sobre el código, las salidas al Café Letelier a comprar almuerzo, o simplemente quedarnos un rato en la tarde a jugar Exploding Kittens en la mesa del patio de la oficina.
Esa oficina que se siente tanto como nuestra casa. Donde la gente lleva a sus mascotas, donde podía ir a trabajar al patio si quería un poco de sol, o ir a la cocina a hacerme unos huevos revueltos si me daba hambre. Es algo simbólico, pero me llena de nostalgia esta foto que tomé de la bugambilia que me cuidó la bici por tantos años.

Quiero dar las gracias a toda la gente que conocí en el camino, a los que siguen en Buda y a los que ya no.
A la gente con la que me tocó trabajar. Aprendí de cada uno de ustedes.
Si no trabajamos tan cercanamente, gracias también. Solo habernos visto en la oficina me llena de buenos recuerdos.
A todos los que construyen la cultura de la empresa. No solo la cultura de pasarla bien, sino también la de trabajar cada día con confianza y respeto.
Y a todos los que se convirtieron en mis amigos.