Bitcoin retrocedió con fuerza en los últimos días, luego de haber alcanzado un máximo cercano a los 123.000 dólares a mediados de julio. La criptomoneda más importante del mundo corrigió su valor hasta cotizar entre los 113.000 y 115.000 dólares, en un movimiento que podría explicarse por una combinación de factores económicos globales, tensiones geopolíticas y ajustes técnicos propios del mercado cripto.
Uno de los principales catalizadores del cambio de ánimo fue el débil reporte laboral publicado en Estados Unidos. El informe de julio mostró la creación de apenas 73.000 empleos, una cifra considerablemente inferior a las expectativas del mercado. El dato sorprendió por su debilidad y reforzó la idea de que la Reserva Federal podría mantener las tasas de interés elevadas por más tiempo, enfriando cualquier entusiasmo sobre un pronto estímulo monetario.
Ese telón de fondo económico provocó un giro en el apetito por riesgo de los inversionistas, que comenzaron a salir de activos más volátiles como Bitcoin y empezar a evaluar la adpticón de inversiones de renta fija en sus portafolios” o algo por el estilo, que indique que de salir de posiciones de riesgo es para entrar en posiciones de renta fija (bonos). Aunque hay señales que sugieren que un recorte de tasas podría estar en el horizonte, la incertidumbre persiste y la cautela predomina entre los operadores.
A esto se sumó un nuevo frente de tensión comercial. La reciente imposición de aranceles por parte del gobierno estadounidense sobre importaciones clave provenientes de la Unión Europea, Taiwán y otros socios estratégicos generó un alza inmediata en la percepción de riesgo a nivel global. Los mercados reaccionaron con caídas generalizadas, y las criptomonedas no fueron la excepción. El impacto también golpeó a empresas tecnológicas vinculadas al sector: las acciones de Coinbase retrocedieron más de un 17 % y Robinhood también anotó pérdidas en la jornada, arrastrando consigo al ecosistema cripto en su conjunto.
En paralelo, desde el punto de vista técnico, el mercado no logró mantener los niveles clave de soporte. Tras tocar su máximo anual, Bitcoin inició un proceso de corrección que activó más de 900 millones de dólares en liquidaciones de posiciones largas. Este efecto en cadena acentuó la caída. Los indicadores del mercado de opciones también reflejaron un cambio en el sentimiento: el sesgo alcista de largo plazo perdió fuerza, y la distancia entre contratos de compra y venta se redujo hasta acercarse a un punto de equilibrio, lo que sugiere una menor convicción en que se retome el rally a corto plazo.
Por si fuera poco, agosto ha demostrado ser históricamente un mes más complejo para Bitcoin. Desde el halving, se repite un patrón cíclico: un fuerte repunte a mediados de año, seguido por una corrección estacional en agosto y una eventual recuperación en el cuarto trimestre. El comportamiento de este año parece seguir el mismo libreto. Desde su último pico, la criptomoneda ha caído cerca de un 7 %, en línea con lo ocurrido en años clave como 2013, 2017 y 2021.
La conclusión, por ahora, es que el ajuste de precio responde a una mezcla coherente de factores: un entorno macroeconómico más incierto, una geopolítica más tensa, y una dinámica técnica que propició una toma de ganancias esperable tras semanas de fuerte avance. El desafío inmediato para Bitcoin será resistir la presión de agosto. Si logra hacerlo, el mercado podría recuperar impulso con fuerza antes de que termine el año.