El sector financiero americano viene atravesando una crisis “con precedentes” impulsada por los acontecimientos alrededor del Silicon Valley Bank y sus problemas de liquidez, que finalmente detonaron un escenario bastante negativo. El oro y Bitcoin pasaron de ser actores de reparto en la escena financiera a tener roles principales en este nuevo episodio, cada uno repuntando su cotización desde el pasado lunes 13 de marzo, activando los refugios en la guerra por captar la atención inversora, por supuesto, en medio de las altas turbulencias que no cesan, el mar no está en calma.
Hace unos días, algunos analistas influyentes para el mercado defendieron la idea de Bitcoin como un activo que puede resistir una eventual crisis financiera, anticipando que el criptoactivo será un activo refugio para los bajos capitales, mientras que el oro seguirá siendo el preferido para los más elevados, los cuales, por sus características, tienen diferentes consideraciones respecto al riesgo.
Toda esta consideración alrededor de los “refugios” novedosos, parte de la necesidad inversora de encontrar alternativas que respondan a las expectativas y no se alejen de la incertidumbre tolerada. El sistema financiero en Estados Unidos, de hecho, como conglomerado disponible para invertir, tradicionalmente cumple unos parámetros que fueron prácticamente destrozados en días recientes.
Ahora bien, de manera crítica, es deber de los análisis graduar o no a las alternativas cripto como un activo refugio, en vista de que las conclusiones arrojadas respecto al fenómeno vivido tras los acontecimientos recientes, giran alrededor de la diversificación frente a las posiciones de inversión, que se convierte en la clave para gestionar los riesgos, es decir, que incluso desde mucho antes, ya no era necesario tener posiciones concentradas en alta proporción en el sistema bancario tradicional. En otras palabras, las criptomonedas ya deberían estar integradas en los portafolios, mejorando la especialización de los mismos y por ende estableciendo nuevos estándares de control de riesgos.
A su vez, a pesar de que la concentración de las actividades del Silicon Valley Bank se establecía en Estados Unidos, y además, a primeras horas de esa jornada fatídica para el ecosistema emprendedor, tanto desde la Reserva Federal como del Gobierno central sostuvieron que no había riesgo de contagio para el sistema financiero estadounidense, la verdad es que tanto el mercado bancario nacional como internacional se vieron impactados ante el efecto psicológico normal de estas situaciones, incluyendo al dólar global que también presentó una desvalorización.
En otras palabras, así como los éxitos en taquilla ya no se miden por el recaudo local exclusivamente, muchas de las decisiones financieras de los agentes de mercado tienen también repercusiones globales y si existe algo que se propague de manera rápida, más que un virus letal, esa es precisamente la desconfianza. El problema emergente, por supuesto, está girando sobre qué se debe hacer para recuperarla.
Como se mencionó anteriormente, un factor importante a considerar corresponde a las regulaciones existentes, ya que para el último reporte fiscal conocido por parte de Silicon Valley Bank, los ratios financieros cumplen con los lineamientos correspondientes (ver tabla). Las medidas para velar por la no materialización del riesgo de liquidez y un posible default de crédito resultan insuficientes, encendiendo una alerta más sobre la validación del ejercicio de planeación financiera a la luz de la regulación, las políticas tanto de provisiones como de inversiones en las compañías y la innovación en la banca tradicional.
Este elemento es importante, porque como bien es conocido, el mercado de las criptomonedas adolece de una regulación que presente un lineamiento específico como en el sector financiero, pero ha sido consecuente, ya que los gráficos históricos reportan las preferencias de oferta y demanda en instantes de tiempo, sin ser correspondientes a fallos regulatorios como en el caso bancario tradicional.
Es así como la palabra Innovación recoge una pertinencia que se resalta, la cual ha sabido capitalizar el mundo cripto, y es que aspectos importantes como la tecnificación del proceso que permite reducir costos y optimizar las operaciones, los avances en conectividad, los nuevos apetitos de riesgo y la gran difusión que tienen las inversiones alternativas, generan que cada vez más se especialice el proceso de inversión.
Estas propuestas están cambiando paradigmas, tales como el relacionado con la renta fija, que figura como el activo “más seguro” para invertir por su cupón gestionable, y casos como el de Silicon Valley Bank lo demuestran, en vista de que mientras la banca tradicional siga ofreciendo los mismos productos y que las regulaciones actuales no protejan de manera eficiente tales colocaciones, el mercado cripto continuará ganando terreno en función de las rentabilidades esperadas y la aversión al riesgo de los nuevos consumidores financieros.
Si bien se crea una nueva desconfianza en el sistema bancario tradicional y también alrededor de las regulaciones para administración de recursos que manejan considerables volúmenes de capitalización, al igual que activos en riesgo, esta traslación de confianza no ha migrado del todo hacia los criptoactivos, es decir, aún no se establece una corrección tan marcada entre la renta variable y las cripto. Dicha correlación, que sí se presenta de manera histórica con el principal activo refugio que es el oro, es un ejemplo tomado del pasado para buscar estimar el futuro considerando la especialización y tecnificación del nuevo ecosistema inversionista.
Tras un año 2022 marcado por una alta volatilidad en los mercados, fruto de las medidas de restricción por la pandemia en algunos países, los problemas en la cadena de abastecimiento, el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, el fenómeno de inflación global, entre otros factores, hacían pensar en un año 2023 de alguna manera con un menor grado de incertidumbre en los mercados, pero la realidad muestra que no es el caso. De esta situación se desprende que lo acontecido con algunas entidades financieras como Silicon Valley Bank y Signature Bank permitan que la desconfianza citada en el párrafo anterior trascienda más allá del sector financiero, afectando a los mercados en general.
Lo anterior es realmente importante, porque la desconfianza crea posibilidades y obligatoriamente una nueva revisión forense de los fallos regulatorios que seguirán enfocados en la manera tradicional de hacer negocios, pero esto ya es historia.
Es allí precisamente donde se encuentra una gran oportunidad de crecimiento tanto para la banca tradicional como para los productos alternativos, canales de atención o estrategias que permitan atender los nuevos cambios en las tendencias de inversiones y poder llenar estos vacíos existentes, todo esto acompañado de regulaciones que no sean un palo en la rueda de la innovación, sino una herramienta que genere tranquilidad a los potenciales inversionistas, dinamizando aún más los mercados.
En conclusión, aun los criptoactivos a pesar de su evolución no generan la fortaleza suficiente para transformarse en activo refugio y ese es un trabajo que aún está pendiente por ejecutar, aunque ya hace parte de las ponderaciones de asignación en portafolios, pero siguen pendiente la generación de mayor tranquilidad sobre los recursos colocados. Es un momento de coyuntura donde se evidenció nuevamente que el sector financiero no es infalible ante el riesgo y que la diversificación de las inversiones sigue siendo un bastión importante a la hora de invertir, razón de peso para evidenciar en las cripto-alternativas un potencial de crecimiento que va ligado a la necesidad de posibilidades que demandan los nuevos inversionistas, es el nuevo “trade-off”.
Oscar Manco
CEO de Trust Investment
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