Veinticuatro horas después del recorte de la Reserva Federal de EE. UU. de 25 puntos base (del 3,75%–4,00% a 3,50%–3,75%), Bitcoin perdió la zona de USD 90.000; recién el 15 de diciembre llegó a cotizar por debajo de USD 86.000. La decisión del banco central, ampliamente anticipada por los operadores, vino acompañada de un mensaje prudente para 2026 (la propia Fed proyecta solo un recorte adicional el próximo año), lo que moderó el apetito por riesgo tras la reacción inicial al titular.

La secuencia fue la habitual cuando un dato macro está “cantado”: primero picos de volatilidad en los minutos del anuncio; luego, reacomodo hacia la tendencia previa según el guidance. En este caso, esa hoja de ruta más cauta (sumada a un dólar firme y rendimientos que cedieron sin romper a la baja) dejó a BTC rondando los USD 85.700–86.000 al comenzar la semana.

En paralelo, aparecieron señales de demanda estructural. La compañía Strategy (ex MicroStrategy), liderada por Michael Saylor, informó la compra de 10.645 BTC por USD 980,3 millones (precio promedio USD 92.098), elevando sus tenencias declaradas a 671.268 BTC según su presentación 8-K ante la SEC. La operación fue detallada por la propia firma y recogida por prensa especializada.

En el frente de pagos y stablecoins, Visa anunció la creación de una Stablecoins Advisory Practice para asesorar a bancos y comercios en despliegues con esta tecnología; un día después comunicó que ya liquida USDC con instituciones en EE. UU. con un ritmo anualizado de más de USD 3.500 millones. Son hitos que apuntan a una adopción más industrial de rieles on-chain en el sistema de pagos tradicional.

Desde la política monetaria, además del recorte, la Fed confirmó que iniciará compras técnicas de T-bills para gestionar liquidez en los mercados de dinero. Las adquisiciones comenzaron el 12 de diciembre con un tramo inicial cercano a USD 40.000 millones. La institución remarcó que no se trata de un programa de estímulo (QE), sino de administración de reservas tras el fin del ajuste de balance. El efecto práctico: condiciones financieras algo menos tensas, aunque sin garantía de subidas lineales en activos de riesgo.

Cómo leer el cuadro general.

El precio de Bitcoin ha estado 30% por debajo de su máximo de octubre y, en las últimas jornadas, sensible a titulares macro: cuando las decisiones se anticipan con alta probabilidad, buena parte se descuenta antes; lo que manda después es el tono prospectivo. Con una Fed dividida y prudente para 2026, el mercado cripto mostró alta volatilidad intradía y luego volvió a un sesgo defensivo. Al mismo tiempo, compras corporativas como la de Strategy y avances de actores tradicionales (Visa) siguen consolidando la infraestructura que opera detrás del precio.

Qué mirar en las próximas semanas.

  1. Datos de inflación y empleo de EE. UU.: serán decisivos para validar —o no— esa senda de recortes graduales que proyecta la Fed.
  2. Curva de corto plazo y liquidez: el impacto de las compras de T-bills sobre reservas bancarias y tasas del dinero marcará el “tono” financiero.
  3. Flujos hacia productos cripto: entradas o salidas en ETFs/ETPs ayudarán a diferenciar rebotes técnicos de cambios de tendencia. (Series semanales de firmas como CoinShares y coberturas de prensa financiera).
  4. Señales de adopción: movimientos corporativos (como Strategy) y anuncios de grandes redes de pago seguirán siendo termómetro de demanda “de fondo”