En los últimos meses hemos sido testigos de una de las caídas más abultadas que han tenido las principales criptomonedas en lo que va del año. Esta tendencia a la baja se ha observado de manera generalizada, por lo que el Bitcoin y Ethereum, las cripto de mayor participación de mercado, no han sido la excepción, cayendo 42.5% y 52.4% YTD, respectivamente.
A pesar de que uno podría afirmar que el año 2022 se ha caracterizado por ser un año particularmente volátil para las criptomonedas y, en general, para otros activos, esta tendencia a la baja ha acumulado, cuanto menos, dos meses consecutivos, por lo que resulta importante tratar de esclarecer los factores detrás de este desempeño.
Igualmente será importante entender elementos a mediano y largo plazo, vinculados al blockchain, que podrían anticipar el futuro inmediato de las criptomonedas.
Para poder entender el desempeño actual, es necesario regresar a las razones por las cuales este año ha sido (y sigue siendo) volátil para muchos activos financieros. Si bien a inicios del 2022 existía una perspectiva relativamente favorable debido a la reducción de los efectos nocivos producto del Covid-19 y a la mejora en la actividad económica en respuesta a las menores restricciones, el mundo entero fue testigo de un hecho sin precedentes que terminaría generando repercusiones que hasta el día de hoy persisten.
El 24 de febrero de 2022 inició una escalada militar desde Rusia a Ucrania, conflicto que aún no finaliza y que ha generado una serie de impactos negativos, desde humanos hasta económicos. En el ámbito económico, se pueden distinguir al menos dos impactos negativos importantes y relacionados entre sí: incertidumbre e inflación.
Por un lado, la incertidumbre producto de la guerra ha limitado un mayor desempeño económico en la mayoría de países del mundo, impactando sobre todo a los países con vínculos comerciales más fuertes con Rusia y Ucrania.
Sin embargo, el impacto más importante ha sido el de la inflación, en respuesta a los retrasos e impedimentos de envíos de productos desde Ucrania, como úrea o maíz, vinculados principalmente al suministro de alimentos a nivel mundial, o a las limitaciones de envío de gas por parte de Rusia debido a las sanciones económicas aplicadas por la Unión Europea.
El impacto en precios ha generado que distintas autoridades monetarias en todo el mundo decidan subir sus tasas de interés de referencia, destacando la Reserva Federal, que sólo durante el 2022 pasó de estar cerca a 0% a ahora ubicarse en 1% tras dos aumentos en su tasa.
A pesar de estos esfuerzos, la inflación a nivel mundial continúa en niveles elevados, lo que junto a la incertidumbre antes mencionada y los potenciales efectos recesivos producto de los aumentos en tasa de referencia, son la combinación perfecta que anticipa un crecimiento económico mundial en el 2022, al menos, limitado.
Esta perspectiva es compartida por entidades como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial, que prevén un desempeño acotado frente a lo inicialmente estimado a inicios de año.
Este escenario de mayor incertidumbre y menor crecimiento económico ha tenido también repercusiones sobre los mercados financieros, impactando de manera más significativa en aquellos activos de mayor riesgo como la renta variable o, en este caso, las criptomonedas. Así, la búsqueda de activos menos riesgosos por parte de los inversionistas ha sido, en parte, uno de los factores que explican esta importante caída en las cripto.
Sin embargo, otro elemento que se puede distinguir es un discurso asociado a vincular estos activos y su reciente retroceso al escenario de burbuja de las empresas dot.com a finales de los 1990.
En la actualidad, y cada cierto tiempo, existe un debate muy intenso entre aquellos que consideran que las criptomonedas son una suerte de “esquema ponzi” o una estafa y aquellos que han tomado a las criptomonedas como una suerte de religión y las defienden ciegamente. Así como en muchos casos, estas dos posiciones extremas pueden desinformar a más de uno, por lo que es necesario esclarecer ambas posturas.
Por un lado, con respecto a la posición que considera las criptomonedas un “esquema ponzi”, se encuentra sesgada por ciertos casos que surgieron, pero que no están para nada vinculados con el funcionamiento de las cripto o en sí con el sistema que fundamenta a estos activos.
Así, podemos listar, por ejemplo, la estafa que sucedió con las criptomonedas del juego del calamar, en las cuales los dueños se quedaron con las ganancias de los usuarios, o en ciertos casos en donde los brokers terminan actuando de mala fe para quedarse con el dinero de sus clientes.
Así, tal como se puede advertir, este prejuicio vinculado a actos de mala fe provienen más de intermediarios o de activos alejados del concepto de criptomoneda. Lo anterior plantea una serie de elementos a corregir, entre ellos una mejor regulación de este mercado, lo cual se encuentra en constante revisión, tal como se puede advertir en países como Estados Unidos o bloques como la Unión Europea.
De momento, solo se puede recomendar que, previo a la decisión de invertir en criptomonedas, es importante contar con información suficiente para evitar este tipo de esquemas.
Por otro lado, se debe destacar que existen elementos a considerar cuando se analiza una inversión en criptomonedas, por lo que la posición de defensa ciega de este activo no resulta ser del todo correcta. Así, por ejemplo, algunos afirmaban que las crypto se podían considerar como el “nuevo oro”, al ser un activo refugio en momentos de incertidumbre y crisis global.
Sin embargo, tal como se ha observado en esta reciente crisis producto de la guerra con Rusia y Ucrania, las criptomonedas no se han comportado como el oro y, en cambio, han mostrado la tendencia contraria, al ser activos cercanos a aquellos que se consideran de más riesgo.
Por otro lado, hay otro grupo de opinión que consideran a este activo como “una moneda igual al resto”, haciendo énfasis en que cuenta con las mismas características de una moneda en curso legal vigente, como el dólar o el euro. Esto, sin embargo, aún no es posible de afirmar, dado que en muchas partes del mundo aún no se encuentra habilitada la posibilidad de realizar transacciones en criptomonedas, con pocas excepciones como El Salvador, país que habilitó al bitcoin como moneda en curso legal, y que enfrenta una serie de desafíos y cuestionamientos producto de esta decisión.
Es en este último punto es donde residen las oportunidades para las criptomonedas. Si bien es cierto que muchos inversionistas comparan estas caídas con la burbuja financiera de las empresas dot.com a finales de los años 1990, las crypto basan su funcionamiento en la tecnología blockchain, solución que cada vez se va haciendo más popular y cuyo uso no solo se plantea para mercados financieros, sino para otro tipo de sectores.
En corto, blockchain es “un libro mayor compartido e inmutable que facilita el proceso de registro de transacciones y de seguimiento de activos en una red de negocios. Un activo puede ser tangible (una casa, un auto, dinero en efectivo, terrenos) o intangible (propiedad intelectual, patentes, derechos de autor, marcas). Prácticamente cualquier cosa de valor puede ser rastreada y comercializada en una red de blockchain, reduciendo el riesgo y los costos para todos los involucrados.”.
Considerando su importancia y utilidad, las criptomonedas aún pueden encontrar un espacio firme dentro de los mercados financieros, en donde se les valore en base con su potencialidad como medio de pago y a su transparencia en sus transacciones, al ser respaldados por la tecnología blockchain.
Por esta razón, aún no se debe descartar a las criptomonedas como un activo fiable dado que, en base a sus fundamentos, se encuentra en constante cambio y puede consolidarse como un activo vanguardista y seguro en el futuro cercano.
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